El 29 de julio de 1906 se le encargó al arqueólogo e historiador español Manuel Gómez-Moreno la elaboración de un Catálogo Monumental de la provincia. La obra fue entregada en 1910 y no se publicó hasta 1925. Respecto a la iglesia de Gordaliza del Pino escribe:
“Las armaduras de las naves, hoy recubiertas, se engalanaban con pinturas góticas de hojarasca, de fines del siglo XV; Además, todos los muros y pilares iban pintados a temple con historias que aún se descubren bajo la cal, y pude reconocer una Virgen de la Piedad en el fondo de un lucillo, y un Cristo Doliente: serán del mismo siglo.”
Algunas de esas pinturas han ido descubriéndose, y buen ejemplo de ello es la del caballero de Gordaliza del que hablamos en una entrada anterior. Pero la iglesia de Nuestra Señora de Arbas guarda otro tesoro pictórico restaurado, un Juicio Final que se hallaba oculto tras unos cortinajes que habían sido pintados por una mano poco diestra.
La vida del apóstol San Bartolomé, desollado en Armenia por causa de su labor evangelizadora, ocupa el centro inferior del mural. En la parte superior se sitúa un pantocrátor rodeado de los apóstoles; entre ellos, llama la atención un Santiago con sombrero de ala ancha tocado con la concha de una vieira. En la parte inferior izquierda la resurrección de la carne de aquellos que han merecido la salvación, y en la derecha, los condenados, rodeados de fuego y demonios horrendos. Llama la atención el que en ambos lados se atisbe la figura de un obispo como dando a entender que la salvación y la condenación no dependen del estatus sino de la vida piadosa. La pintura es un hermosísimo ejemplo del arte de la Baja Edad Media.
Además de las imágenes de las que hablaba Gómez-Moreno, hemos visto restos de una pintura de Nuestra Señora de los Desamparados, aunque está en tan mal estado que no puede recuperarse. También nos llegan noticias a través de los recuerdos de un feligrés, de la existencia de un San Cristóbal de gran tamaño; cuenta que su padre se acordaba de verlo…
Todas estas obras en los muros de los templos respondían a la necesidad de instruir al pueblo que no sabía leer, en el dogma cristiano. Ya en el siglo VI el papa y Santo, Gregorio I, el Magno, señaló que “Pictura est laicorum literatura” (“La imagen es la escritura de los iletrados”)
Aparte de las pinturas, hay otros elementos de interés en la iglesia. Destaca en un lateral una cruz formada por cráneos infantiles incrustados en una de las paredes de la iglesia, indicando tal vez la localización de un osario. También un retablo restaurado de la escuela de Berruguete hecho por Francisco de la Maza y acabado tras su muerte en 1586 y una talla gótica de Nuestra Señora de Arbas de una gran belleza.
Por último, nos consta que existe un artesonado bastante bien conservado bajo la bóveda principal. En la sacristía se puede apreciar otro aunque está en mal estado.
Visto lo visto, ¿quién sabe qué sorpresas nos aguardan aún en esta singular iglesia de Gordaliza del Pino?
Texto y fotografía: María Gómez