En nuestra provincia son escasos los rollos de justicia o jurisdiccionales que se conservan. Luis Miravalles Rodríguez, autor de la obra “Los rollos jurisdiccionales”, apunta tres: el de Toreno, el de Toral de los Guzmanes y el de Villademor. Nuestras pesquisas nos han llevado a eliminar el de Toral.
Si bien las picotas y los rollos de justicia son monumentos de la arquitectura civil, existen dos posturas acerca del tema, una que identifica rollo de justicia y picota y otra que los diferencia. Según Miravalles, que distingue entre rollo y picota, el rollo sería un “monumento jurídico, símbolo de señorío y jurisdicción” y la picota un “instrumento de exhibición del delincuente y de ejecución de penas corporales menores”. Los que defienden la segunda asumen que la mayoría de las picotas han desaparecido pues serían de madera mientras que los rollos se realizaban en piedra caliza o granito. El nombre de “rollo” derivaría del latín “rotulus”. Por otro lado, los rollos de justicia aparecerían vinculados a los señoríos. La Reconquista y repoblación dieron lugar al surgimiento de aldeas a las que se les concedió privilegios de villa; entre estos privilegios estaba el que permitía a sus señores ejercer jurisdicción, es decir, ejecutar las leyes. Para simbolizar ese derecho se erigirían los rollos. Situados en cruces de caminos, entradas a pueblos o plazas, a menudo se decoraban con los blasones de los señores y se construían para ser vistos y recordar a la gente quién dominaba la zona. El siglo XV fue la época de esplendor de los rollos jurisdiccionales. Más tarde, al consolidarse la monarquía, desaparecen los señoríos y los rollos pasaron a ser utilizados como picotas. De ahí derivaría la confusión entre unos y otras. También hay que señalar que algunos cruceros podrían ser rollos de justicia o picotas reconvertidos, cristianizados. En nuestra provincia, posibles ejemplos de esta cristianización podrían hallarse en Luyego, Lagunas de Somoza o Molinaferrera.
Los rollos de justicia conservados en nuestra provincia son de factura muy sencilla. El más elaborado es el de Villademor. El rollo de Villademor es conocido popularmente como la “mona”. Erigido sobre finales del XVII, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1963. La “mona” sería en origen un león rampante desgastado por el paso del tiempo. El rollo de Toreno, del siglo XV, es un ejemplo en granito de apariencia sencilla. Por último, el de Toral de los Guzmanes aparece en algunas fuentes documentales pero el alcalde del municipio, D. Miguel Ángel Fernández, nos ha contado que ni los más ancianos del lugar recuerdan dónde estaba; a día de hoy, no queda ni rastro.
Texto: María Gómez
Fotografía: Antonio Juárez