Los puentes siempre han sido metáforas. Metáforas de unión, de avance, de progreso… Los puentes de hierro además simbolizaron la modernidad en su época. Aparte de su indudable belleza estética, se levantan como testigos mudos de un tiempo muy concreto, el de la tardía extensión de la Revolución Industrial en León. Hoy, algunos de esos puentes se han convertido en centenarios y otros caminan, con mayor o menor fortuna, hacia el cumplimiento de su primer siglo pero todos ellos son señas de identidad importantes en aquellos pueblos y comarcas donde están situados.
El hierro se introduce como elemento omnipresente de la mano de la Revolución Industrial. El nuevo material se produce en enormes cantidades y es utilizado para construir todo tipo de herramientas, instrumentos e infraestructuras.

Puentes, estaciones, mercados, quioscos, pabellones para exposiciones…surgieron por doquier. Una de las características respecto a los puentes de hierro ejecutados en España entre finales del XIX y principios del XX es la fuerte influencia extranjera; belgas, franceses e ingleses proporcionaron estructuras, piezas y proyectistas.
Las estructuras de los puentes de hierro se basaban en el uso de celosías, existiendo distintos tipos: Town, Pratt, Bow-String, Howe, Warren, Whipple y Cruz de San Andrés.
En la capital leonesa existió un puente de hierro de celosía enrejillada que se abrió en 1886. El proyecto del puente sobre el Bernesga o puente de la Estación lo firmaba Eduardo Saavedra. En los años 50 se sustituyó por el actual.

Existe una obra completísima de Fernández Ordóñez, Abad Balboa, y Chías Navarro editada en 1988 y titulada Catálogo de puentes anteriores a 1936. León. En ella se hace una primera distinción entre puentes de carretera y puentes de ferrocarril. Los puentes de hierro de carretera son los puentes “genuinos” ya que los puentes ferroviarios, aunque originalmente construidos también de hierro, sufrieron una modificación importante a raíz de una instrucción del año 1925 que exigía su acomodación al nuevo tráfico de trenes, más pesados y rápidos. Así, la mayor parte de las celosías de hierro originales, se sustituyeron por otras de acero. Si las primeras eran enrejilladas, las nuevas fueron sobre todo de tipo Pratt, aunque también existen algunas en cruz de San Andrés y otras de tipo Whipple y de tipo Warren, asimismo tenemos ejemplos de algunos puentes ferroviarios de viga de alma llena. Otros puentes metálicos en origen se sustituyeron por obras de hormigón armado.
Los puentes de hierro de carretera fueron construidos en tramos rectos. En cuanto a los puentes de ferrocarril, solían montarse en talleres cercanos a su emplazamiento.
A lo largo de próximos artículos descubriremos los magníficos puentes que todavía existen en nuestra provincia.
Texto: María Gómez
Fotografía: Antonio Juárez