Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que “estar en Babia” significa “estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata”. Se ha escrito mucho sobre la procedencia de esta expresión, que viene de la contestación que solían recibir aquellos que preguntaban por los reyes de León y Asturias. Los monarcas disfrutaban de su tiempo descansando y solazándose con la abundante caza de la zona, allá por la Edad Media, y estaban, por tanto, «en Babia».
La pureza y belleza del paisaje, que han perdurado en el tiempo, inspiran el trabajo de un artista que nació en Villablino en 1951 y vivió sus primeros años la comarca. La huella de su infancia ha marcado profundamente su arte y, si bien está afincado en Valladolid desde hace mucho tiempo, Manuel Sierra ha regresado una y otra vez dejando su obra dispersa por Laciana y su vecina, Babia.
Manuel Sierra ha expuesto su obra en galerías, Ferias y Bienales a lo largo y ancho de nuestra geografía y también en diversos lugares del mundo como Bélgica, Italia, Francia, Holanda, Estados Unidos o Corea del Sur.
Los colores y trazos de Manuel Sierra son inconfundibles. El aire naif de sus obras no oculta la técnica y maestría de Manuel. Cualquier artista reconoce la dificultad de hallar un estilo propio, reconocible y singular; Sierra lo ha logrado con nota.
De sus trabajos en nuestra provincia, destacamos los de la escuela de Huergas de Babia. El colegio tiene la fortuna de contar con un gran número de murales que transforman el edificio en un lugar encantado. A lo largo de los años, Sierra ha retratado el paso de las estaciones, las costumbres y el paisaje para deleite de alumnos, profesores y afortunados visitantes ocasionales.
En la capital leonesa algunos de sus murales como los situados en la Plaza de Santa Ana y en la calle Alfageme se conservan a duras penas y otros, como el de la calle Ramón y Cajal, han sido destruidos o mutilados. Parece que los responsables del patrimonio no entienden que el muralismo, además de embellecer o decorar, lleva el arte a la calle y lo pone al alcance de todos.
Texto y fotografía: María Gómez