Cuando en los años setenta el nuevo párroco decidió que la imagen del Cristo de Vallejo estaría más segura en otro lugar, algunos manifestaron su desacuerdo. Aún hoy, es un tema que provoca opiniones encontradas. «La iglesia no estaba en las mejores condiciones», dicen unos, «Se podrían haber mejorado éstas y traer de nuevo el Cristo al pueblo», dicen otros.
Vallejo es un pueblecito que se encuentra entre Villagallegos y Villibañe, muy cerca de Valdevimbre, a cuyo ayuntamiento pertenece. No hace mucho, la torre de adobe de la iglesia se echó abajo porque su estructura estaba gravemente dañada. El templo parecía más pequeño, con su diminuto camposanto, privado de su peculiar espadaña. En octubre de este año se construyó un campanario nuevo de factura más moderna.
¿Quién sabe cómo llego ese Cristo a Vallejo? Teniendo en cuenta que data del siglo XII, todas las conjeturas son posibles. Carmen Gómez García en su tesis Disposición del paño de pureza en la escultura del cristo crucificado entre los siglos XII y XVII, resume las circunstancias en las que aparecen muchas de las tallas de la época:
Son numerosas las tallas policromadas anteriores al 1300 que llegaron hasta nuestros días en culto vivo en parroquias rurales, santuarios y ermitas. Algunas ensalzadas como símbolos místicos, otras guiando la ferviente devoción comarcal. Otras imágenes, menos populares, se iluminan con las humildes plegarias de sus propios feligreses. Muchas fueron sacadas de sus altares en los últimos decenios, otras se descubrieron en polvorientos trasteros, para ir a parar, a través del comercio del arte, a los museos y colecciones particulares. Desgraciadamente, la mayoría de ellas alcanzaron su destino actual sin nota de procedencia.
La restauración de la pieza sacó a la luz la policromía de la cruz e iluminó de nuevo la efigie del Cristo, deteriorado después de tantos siglos. Fue expuesta en la primera edición de Las Edades del Hombre, celebrada en Valladolid en 1988 bajo el título “El arte en la Iglesia de Castilla y León” y hoy puede verse en la Sala del Románico del Museo Catedralicio.
El Cristo de Vallejo se encuadra en la categoría de los denominados Cristos Triunfantes. Se trata de figuras que representan al crucificado todavía vivo, coronado y clavado con cuatro clavos. El que nos ocupa tiene una expresión serena y triste, cuerpo delgado con marcadas costillas y aspecto general esquemático, como corresponde a las tallas románicas. El paño de pureza o perizonium es el típico de los cristos de Castilla y León; Carmen Gómez García indica que:
“Se sujeta mediante una banda o cinturón sobre el cual caen dos pliegues laterales y uno central que se anuda al cinturón cayendo verticalmente”
Para las gentes de Vallejo su Cristo es importante, un motivo de orgullo, aunque también de amargura, esa amargura del pequeño cuando se siente avasallado por el grande…
Texto: María Gómez
Fotografía: María Gómez y Antonio Juárez