El apeadero de Bercianos de Real Camino fue reciclado a Centro de Operaciones de Land Art en el año 1998. Carlos de la Varga, creador de la desaparecida galería Tráfico de Arte y Javier Hernando, profesor de arte de la Universidad de León, fueron los promotores de aquel interesante proyecto que, lamentablemente, ha caído en el olvido.
Responder a la pregunta de qué es el land art excede con mucho la intención de este artículo. A finales de los años sesenta surgen una serie de corrientes artísticas entre las que se encuentra el land art, arte de la tierra. Además de sacar las obras de museos y galerías, los artistas de este movimiento ligaban su trabajo a la naturaleza, los grandes espacios, el cosmos y el tiempo. Contemplar muchas de las creaciones emblemáticas del land art implicaba desplazarse a lugares recónditos y alejados. Además de realizar las obras en sí, los artistas documentaban su trabajo con películas, fotografías y textos. Precisamente, en la primavera de este año 2015, la Fundación Cerezales mostraba en su exposición “Arqueologías del futuro”, algunos trabajos documentales de dos de los grandes iconos del land art: Robert Smithson (1930-1973) y Gordon Matta Clark (1943-1978). Para aquellos interesados en profundizar sobre el tema, recomendamos la audición de la conferencia que la especialista Tonia Raquejo dio en la Fundación Juan March en 2005.
El Apeadero. Centro de Operaciones de Land Art
Visitar hoy el Centro de Operaciones de Land Art es bastante descorazonador, sobre todo cuando uno se imagina lo que pudo ser. No es que se encuentre del todo abandonado, de hecho, y bajo el nombre de “El Apeadero Centro de Arte Científico Fundación siglo XXII”, se ha continuado añadiendo obra y cartelería pero de una forma caótica y desordenada. El resultado, tal y como muestran algunas de las fotografías que hemos tomado, es un tanto siniestro.
El estudio de arquitectura Cantero Iza fue el encargado de rehabilitar el edificio del antiguo apeadero. También se recuperó el vagón con la intención de que ubicar allí la gestión administrativa del conjunto.
El Centro de Operaciones de Land Art publicó la revista “Territorio público” y a través de los dos únicos números que salieron a la luz podemos reconstruir lo que se hizo o se quiso hacer para compararlo con lo que perdura. La tarea no es fácil. Algunas obras proyectadas han desaparecido, otras nunca se llevaron a cabo y las que sobreviven lo hacen con fortuna desigual. Por otro lado también se realizaron acciones efímeras de las que solo restan vestigios documentales. Esto es lo que ocurre con “Atrapar el paisaje” (1998) de Juárez y Palmero, “De la tierra a Dios” (1999) de Kiyoshi Yamaoka o “Felipe vuelve a casa con las ovejas sonando” (1999) del músico Nilo Gallego y el pastor Felipe Quintana.
In situ sí pueden apreciarse obras escultóricas como el “Arco” del escultor Carlos Cuenllas en el Camino de Santiago o el “Bosque de ninfas” de Virginia Calvo.
En cambio, de la obra “Nómadas” creada por Iraida Cano, apenas quedan restos; dos siluetas zoomorfas inspiradas en unas figuras rupestres pakistanís se situaban en las faldas de una colina. La artista aunaba en cierta forma dos grandes rutas, la Ruta de la Seda y el Camino de Santiago. Realizada con 450 piezas de acero, hoy solo sobreviven algunas. Suponemos que la mayoría han sido robadas a lo largo de los años.
En el año 2002 se llevó a cabo la acción titulada “Del cambio de color al intercambio de tierras”; Begoña Pérez intercambió más de 200 metros cúbicos de tierra de Cacabelos y Bercianos del Real Camino para simbolizar el hecho de que fueron bercianos quienes repoblaron la comarca de Tierra de Campos allá por el año 1000. El vallado de la parcela traída de El Bierzo no coincide con las referencias topográficas publicadas.
Del artista abulense Carlos de Gredos se conservan dos de las tres obras que realizó. En el año 2000 interviene sobre un viejo palomar hoy desaparecido, con “El futuro siempre regresa al punto de partida”. En 2001 utilizará cipreses en sus creaciones “Antes de cero” y “La esperanza acompaña al viento”. La primera es un dibujo vegetal que forma el símbolo del infinito , mientras que para la segunda, encajó oblicuamente los árboles en la tierra con el fin de que éstos, al crecer, recuperasen la perpendicularidad.
Otra de las obras que suponemos desaparecida es una escultura realizada en 1999 por el artista plástico Antonio Segura. Utilizando traviesas de ferrocarril y goma, recreó un pedazo de vía en “La vie du rail”.
También quedan restos de la intervención “Tránsito, residuo y proceso” de Oskar Ranz. Fue llevada a cabo en un depósito de agua situado a 2km de El Apeadero en dirección a El Burgo Ranero. Ranz utilizó la técnica de decollage con carteles publicitarios.
Las fotografías que acompañan este texto dan idea de lo complicado que es a veces determinar cuándo y quién ha hecho qué. Después de visitar El Apeadero y de investigar sobre el proyecto, hemos llegado a la conclusión de que tal vez estaba abocado desde el principio, por su originalidad y rareza, a ser olvidado por casi todos, pero no por nosotros.
Texto: María Gómez
Fotografía: Antonio Juárez